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El mándala de Eva da mucha luz a la humanidad a través de su esencia. Un día, una serie de serpientes de la Amazonia peruana decidieron abordarlo. Una a una lo cubrían, quitándole la luz que este mándala necesitaba para que el mundo vibrara en positivo. Y así, poco a poco lo cerraban, lo comprimían dejándolo sin aire, sin energía.
Las serpientes trataban de imponer su propio mándala, no querían más luz para el universo. Pero un día llegó la serpiente, la boa más poderosa, la Yacumama, la temible ANACONDA. Ingresó en son de fiesta y, mientras bailaba, terminaba con cada serpiente estrangulándolas, hasta que no quedó una sola de ellas.
Desde entonces, cuentan los antiguos, quedaron prendados la ANACONDA con el MANDALA de Eva por los siglos de los siglos y, de ese amor intenso, un día nació el nuevo AMARU.
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