Imagen de Dios

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de Eva Lewitus

sábado, 15 de octubre de 2011

HUMO, microcuento de Julia del Prado. Versión al catalán por Pere Bessó, linguista y escritor valenciano

Acuarela de mi sobrina Paloma Vargas Ossorio (Perú)


 Versión al catalán valenciano de Pere Bessó
FUM


La dona asseguda al portal teix la seua història mitjançant aqueix fum silent, mentre espera el tren que recullga els seus passos per anar a contemplar el sol de Colan i trobar-se ella mateixa hora foscant quan encendrà un altre cigarret Lucky Strike, als peus de la lluna de Paita.
Pensa ella molt en les musaranyes i el fum volàtil li assenyala la immortalitat del camallarg i el cranc retrocedeix cap a raere, cap a raere, cap a raere.


Julia del Prado (Perú)

HUMO








La mujer sentada en el portal teje su historia a través de ese humo silente, mientras espera el tren que recoja sus pasos para ir a contemplar el sol de Colán y hallarse a sí misma en el anochecer cuando encienda otro cigarro Lucky Strike, a los pies de la luna de Paita.



Piensa ella mucho en las musarañas y el humo volátil le señala la inmortalidad del zancudo y el cangrejo retrocede pa’tras, pa’tras, pa’tras.







Julia del Prado (Perú)

Amaru, Microcuento de Julia del Prado, publicado en Sentido Figurado. Revista de Puerto Rico. Año 4, no.6, sep.-oct. 2011, p. 93

ensentidoíigurado
Amaru de Julia del Prado










El mándala de Eva da mucha luz a la humanidad a través de su esencia. Un día, una serie de serpientes de la Amazonia peruana decidieron abordarlo. Una a una lo cubrían, quitándole la luz que este mándala necesitaba para que el mundo vibrara en positivo. Y así, poco a poco lo cerraban, lo comprimían dejándolo sin aire, sin energía.

Las serpientes trataban de imponer su propio mándala, no querían más luz para el universo. Pero un día llegó la serpiente, la boa más poderosa, la Yacumama, la temible ANACONDA. Ingresó en son de fiesta y, mientras bailaba, terminaba con cada serpiente estrangulándolas, hasta que no quedó una sola de ellas.

Desde entonces, cuentan los antiguos, quedaron prendados la ANACONDA con el MANDALA de Eva por los siglos de los siglos y, de ese amor intenso, un día nació el nuevo AMARU.

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